En una ocasión, leí sobre una mujer que, en momentos de ansiedad, no podía evitar explotarse granitos, arrancarse pieles muertas y puntos negros. Como, aún así, seguía sin verse bien, empezó a recurrir a las agujas, para sacar cada vez más "imperfección". Las heridas no tardaron en dejarse ver.
Esta obra forma parte de un proyecto que realicé sobre las enfermedades psicosomáticas.