Me da vergüenza mirarte
y no por estar desnuda
y no por no ser hegemónica
sino por lo inquisitivo de tu mirar.
Me asusta tu vulnerabilidad.
Quisiera esconderme en cada hueco
de cada entretejido del lienzo.
A veces, quisiera ser transparente
pero nada se/me aleja más de la realidad.
Aún con vergüenza, aún con las manos secas
nada sería diferente si fuese otro el representado.
Pero dentro de estas manos
todavía corren las historias
y dentro de mi cabeza mil maneras de contarlas.
Este flujo de vida infinito
abrumador, supremo
gotea cada día encima de la misma
tabla de madera.
Y algún día la ablandará.
Algún día, ya no habrá nada más que ocultar.